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La contaminación ambiental del aire en la Ciudad de México

Gilberto Sven Binnqüist Cervantes, es profesor del Departamento de el Hombre y su Ambiente. Pertenece al laboratorio de Planeación Ambiental de la División de Ciencias Biológicas y de la Salud. Lleva 25 años en esta institución trabajando temas de planeación ambiental.

Cuando hablamos de contaminación hablamos de dos procesos: uno implica el desarrollo de las actividades del hombre, y el otro trata de la vulnerabilidad natural del espacio geográfico; ese territorio es el área metropolitana.

Voy a abordar primero el tema de vulnerabilidad porque es importante entenderlo. Cuando hablo de vulnerabilidad natural me refiero a las condiciones intrínsecas que tenemos: la orografía, la entrada violenta del viento, entre otras. La Zona Metropolitana es una especie de herradura abierta en la parte norte, y la parte sur está cerrada por un sistema de cordilleras, de sierras altas y bajas. Por el patrón de vientos existentes las masas de aire se mueven naturalmente de norte a sur y en algún momento chocan con estos macizos montañozos, se quedan estancadas. Debemos entender que el área metropolitana es vulnerable, susceptible a cualquier problema de contaminación atmosférica.

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“Evitar al 100% la contaminación de la Ciudad de México implicaría que todo el transporte público fuera eléctrico ” — Gilberto Sven Binnqüist Cervantes

Ciudad de México Foto: Claudia López

En términos de vulnerabilidad vale la pena resaltar la altitud de la Ciudad de México: hablamos de 2240 metros sobre el nivel del mar. En términos físicos su el efecto está en la combustión de los motores de gasolina y diésel, la cual no es 100% efectiva; todo coche en la Ciudad de México, por la altitud, contamina.

Por otro lado se generan contaminantes por fuentes fijas y móviles: fuentes fijas como la industria y fuentes móviles, preponderantemente vehículos, autos y camiones.

Ahora se ha agudizado el problema por la magnitud y severidad de los contaminantes que generamos. Antes de 1950, aunque éramos un territorio vulnerable, no se generaban los suficientes contaminantes para representar un problema de salud.

A partir de 1970 la industria asentada en la parte norte empieza a sobreproducir emisiones de azufre, partículas pm10, precancerígenas. Ya en ese entonces teníamos también problemas de ozono, aunque no contabamos con el mismo volumen de autos. Hemos incrementado cada vez más la cantidad de vehículos productores de emisiones; aunque ha habido reducciones en los contaminantes atmosféricos porque laProcuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) ha hecho auditorías ambientales y ha introducido medios de coeficiencias, filtros y sistemas- hay un montón de empresas pequeñas, como las tintorerías, que siguen contaminando. Por eso el problema de la contaminación debe verse desde múltiples perspectivas; no sólo las fuentes móviles, apartando otros agentes y actores que contribuyen significativamente y sobre los cuales no se ha hecho mucho.

Laboratorio de Planeación Ambiental UAM-X

Al tratar la contaminación se ha perdido la perspectiva integral y las soluciones promovidas sólo privilegían a un sector. Ha habido un avance en las medidas tomadas con la industrial, una reducción importante en el dióxido de azufre. Pero, por ejemplo, las acciones se han encaminado hacia las fuentes móviles, y se privilegía el transporte particular; quedan de lado los vehículos de carga públicos y federales y transporte público: camiones, taxis y microbuses.

La contaminación una amenaza para la salud

Nosotros tenemos un sistema, el cual privilegia la entrada de una fase cuando se rebasa un valor, en este caso las 150 unidades de los imecas. Si monitoreamos a lo largo del año los valores de comportamiento de la contaminación, veremos que durante mucho tiempo –aparentemente dentro de una situación normal- estamos muy cerquita de alcanzar el pico. Para la norma tener 148 imecas no es un factor para declarar contingencia, esta aplica a partir de 150 ; esto no quiere decir que no se generen efectos acumulables, influyentes en la calidad de vida y, por supuesto, en la salud de la población. Es como si hablaramos de dosis sub-letales: no nos morimos, pero estamos abajito. Si modelamos la parte acumulada de una dosis sub-letal veremos que con el paso del tiempo tiene más efecto que un momento puntual. No hemos hecho nada para atender esta dinámica de la parte de fase acumulada, de lo que representan los contaminantes, y eso es todo un tema.